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¿Se ha pensado en el desarrollo de armas genéticas que vulneren a individuos poseedores de ciertos polimorfismos?

Sí, esa idea ha sido planteada, aunque sigue siendo totalmente teórica y altamente controversial, pero no deja de ser el sueño humedo de más de un individuo, algunos gobiernos y varias corporaciones.
La idea de armas genéticas (agentes biológicos diseñados para afectar a individuos con características genéticas específicas) ha sido planteada principalmente en contextos de bioseguridad, ética científica y geopolítica. Uno de los primeros en advertir sobre su posible desarrollo fue Francis Boyle, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Illinois. Otro experto importante es James Giordano, neurocientífico y asesor del Departamento de Defensa de EE.UU., quien ha hablado del uso potencial de la biotecnología como “multiplicador de fuerza” en conflictos.
Además, informes estratégicos de organismos como la OTAN y la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. han discutido la posibilidad de “bioamenazas selectivas” o “armas de precisión genética”. El informe Biodefense in the Age of Synthetic Biology (2018) de esta última evalúa cómo herramientas modernas de edición genética podrían, en teoría, diseñar virus que solo afecten a personas con ciertas variantes genéticas. Se desconoce si otras potencias como China o Rusia lo han abordado.
¿Cómo sería su funcionamiento?
El funcionamiento de las armas genéticas teóricas (hasta el momento), puede explicarse en tres niveles interrelacionados: molecular, celular y poblacional. A nivel molecular, estas armas estarían diseñadas para reconocer secuencias específicas de ADN que correspondan a ciertos polimorfismos genéticos presentes en individuos o grupos específicos.
Utilizando herramientas como CRISPR-Cas o proteínas de unión a ADN modificadas, el agente biológico (por ejemplo, un virus) podría activarse únicamente si detecta una variante genética concreta. Esta selectividad permitiría dirigir el ataque solo a las personas portadoras de esa secuencia, dejando al resto inmunes.
A nivel celular, una vez que el agente ha identificado el polimorfismo objetivo, podría inducir efectos destructivos sobre las células del portador. Esto podría lograrse activando mecanismos de apoptosis (muerte celular programada), inhibiendo funciones celulares clave, o afectando órganos específicos según la expresión del gen en cuestión. Por ejemplo, si se dirige a un receptor como el ACE2, altamente expresado en pulmones, el daño podría centrarse en el sistema respiratorio. El agente también podría manipular al sistema inmune para provocar una respuesta autoinmune fatal en personas genéticamente susceptibles.
En el nivel poblacional, estas armas tendrían un efecto devastador si se usaran contra grupos humanos que compartan características genéticas comunes. Grupos étnicos, poblaciones geográficas o incluso linajes familiares podrían ser blanco de epidemias selectivas, mientras el resto de la población permanece ileso. Esta capacidad de ataque dirigido convertiría a las armas genéticas en instrumentos de discriminación biológica, con usos potenciales en conflictos bélicos, control poblacional o incluso genocidio encubierto. Sin embargo, la diversidad genética entre los seres humanos es tan amplia que lograr esta precisión es altamente complejo y conlleva grandes riesgos de fallos o efectos colaterales incontrolables.
Entonces ¿existen?
Aunque las armas genéticas aún no existen de forma documentada, su lógica de funcionamiento es científicamente plausible. El avance acelerado de la biotecnología hace urgente el establecimiento de normativas internacionales que prohíban y prevengan su desarrollo, antes de que pasen del terreno especulativo al práctico.
Recomendación de lectura: “Guerras CRISPR: Cómo la Edición Genética Revolucionará la Guerra”. Sean T. Rust. Disponible en Amazon.
Referencias
Boyle, F. A. (2005). Biowarfare and Terrorism. Clarity Press.
Giordano, J. (2019). Weaponizing the brain: Neuroscience as a force multiplier. In DiEuliis, R. & Giordano, J. (Eds.), Ethical Reasoning in Big Data (pp. 183–194). CRC Press.
National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine. (2018). Biodefense in the Age of Synthetic Biology. The National Academies Press. https://doi.org/10.17226/24890
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